Crítica: Flight, de Robert Zemeckis (2012)
Antes de haber visto esta película, leí y escuché decir que era una gran alegría el ver volver a Robert Zemeckis a la dirección de películas de live-action. Aunque, claro, con películas como Forrest Gump y Náufrago en su filmografía, la pregunta que se planteaba era ¿Robert Zemeckis aún tiene el toque? En esta reseña intentaré analizar la más reciente obra del director, además de hablar sobre la interpretación de Denzel Washington como el protagonista de la cinta, que le ha valido una nominación al Óscar como Mejor Actor.
Sin más preámbulos, esta es la crítica de La Madriguera sobre Flight, de Robert Zemeckis.
BEWARE OF THE SPOILERS.
Whip Whitaker (Denzel Washington) es un piloto que lleva una vida acelerada y desprolija, por decir lo menos. Una mañana, durante un vuelo, un fallo mecánico provoca un accidente del que logra salir casi ileso, salvando las vidas de 96 de las 102 personas que viajaban en el avión. Tras un comienzo impresionante y que mantiene al espectador al borde del asiento, la película va colocando sus piezas y armando el escenario sobre el que Whip va a tener que desenvolverse para encontrar (o no) la redención.
Ahora, Flight se debe aceptar como lo que es: un drama con aspiraciones de Óscar. Sin embargo, al estar contando una situación más que estar contando una historia, la película se desinfla con mucha facilidad, y depende -más de lo esperado- de la interpretación de Denzel Washington para hacernos llegar su mensaje. Un mensaje final, que, además, es predecible y muy repetido a lo largo del film. No es la resolución moral de la película lo que, para mí, desentona, sino la forma de ir desarrollando la idea de que no hay héroes incondicionales y que todos, una vez presionados al límite, nos vemos caer para poder volver a levantarnos.
Entonces, ¿qué cosas buenas tiene esta película? En primer lugar, la gran actuación de su protagonista, que justifica con creces su meritoria nominación al Óscar a Mejor Actor. Y, a partir de ello, la fuerza con la que se nos presenta la situación, el detallado análisis introspectivo de nuestro protagonista y la mezcla acertada de momentos emotivos con otros hilarantes, que, a pesar de ser pocos, funcionan como un gran respiro en ese ambiente recargado con tanta 'moralina'. Por supuesto, no habría momentos con gracia (aquellos comic reliefs) sin el genial John Goodman en su papel de dealer cocainómano. Su segunda aparición en el film es, sin duda, más potente y eficaz que la primera vez que lo vemos en pantalla.
Después de su aparentemente inútil e intrascendente introducción, el detalle de su reaparición cobra aún más importancia cuando la escena se deja usar como recurso para darle un giro (no considerable, pero simpático y que se agradece) a las ideas de moral que rodean la película. Además es el previo ideal para un desenlace que, aunque predecible (y hasta flojo) cierran una película no tan especial de la mejor manera posible.
Personajes desaprovechados, diálogos repetitivos sobre el papel de Dios en el accidente, música muy típica (cuyo uso parece forzado), predictibilidad en el argumento y el simple hecho de no se cuente una historia, sino una situación (que no daría para más), son los puntos flojos de este largometraje. Flight está lejos de ser una gran película, pero la interpretación de Denzel Washington la salva de ser una película sin más, normalita y hasta mediocre. Como conclusión, Flight dentro de la filmografía de Denzel es un gran ejemplo de su calidad como actor, pero vista desde fuera puede decepcionar, al menos, claro, que te gusten las obras con moraleja.